Auschwitz-Birkenau: para nunca más.

La visita a Auschwitz-Birkenau fue casi todo un día. Aprendí mucho en este tour, información que no manejaba para nada, y que muy bien supo contar un Polaco que hablaba un perfecto español (nuestro guía).

En primer lugar Auschwitz-Birkenau fue el campo de concentración y exterminio nazi más grande de la época. Son dos lugares contiguos, separados por la línea del tren que traía a los de “raza inferior” al campo. Funcionaron 5 años, del 1940 al 1945. Durante esos 5 años, todo fue tinieblas y muerte, algo impensado para nuestros días. Sin duda, este día fue de reflexión, tristeza y angustia. Tratamos de introducirnos bien en el ambiente, para sentir y padecer un poco de los que allí tanto vivieron y murieron.

Comenzamos visitando Auschwitz donde se encuentran los bloques (edificios) de ladrillos donde vivían los nazis y trabajaban los prisioneros. Hoy en día están abiertos algunos de ellos como museo, donde se presentan las oficinas cómo eran en la época, fotografías de la llegadas de los prisioneros al campo, cuando trabajaban en diversas acciones (recolección de ropa y artículos), mapas, etc. Uno de los aprendizajes es el por qué los prisioneros iban relativamente tranquilos al campo, sin mayor lucha, y era porque todos iban engañados!. A algunos se les vendían tierras inexistentes, hasta con contrato y dinero de por medio. Otros se les decía que serían reubicados en nuevos campos de tierras con otros judíos como agricultores, y así cada historia para cada grupo de prisioneros.

Cuando comenzó la idea de Hitler de generar una “nueva Alemania nazi”, Cracovia sería la capital de este nuevo país. Y obviamente abarcaba: Alemania y las ciudades que estuvimos: Praga, Cracovia, Venecia, la Unión Soviética, entre otros, es por eso que los judíos de esos lugares fueron los más afectados. No sólo judíos fueron perseguidos y muertos, sino que polacos, gitanos, todos los que eran “cultos” o con educación como los profesores, arquitectos, abogados, médicos, etc. Éstos fueron los primeros en morir en Polonia, ya que podían levantar las masas del pueblo y revertir la invasión nazi.

Al entrar a los bloques en donde tenían vestigios de miles y miles de zapatos de niños y adultos fue impactante!!, vitrinas enormes con utensilios de útiles personales para afeitar o peinar; platos, tazas de metal, cerros de lentes; una pieza entera de prótesis!!! Brazos o piernas, muletas varias. Si eso era impactante, un golpe en la cabeza fue ver una habitación entera con toneladas de pelo humano!!!. Los nazis cortaban los pelos de los cadáveres que salían de la cámara de gas para usarlos de relleno de colchones y para hacer telas. Efectivamente el ser humano era utilizado como “materia prima”. De inmediato recordé cuando en la película “La Vida es Bella”, Josué le dice a su padre que un niño del campo le dijo que usaban a los humanos para hacer botones y jabón… no estaba tan lejos.

Luego, en otros bloques, había pasillos completos de fotografías de los prisioneros con la fecha de ingreso y la de muerte. La gran mayoría no pasaba de los 2 meses de vida en el campo. 2 meses de una larga tortura. Sólo en el primer año los nazis hicieron registro fotográfico de los prisioneros, ya que después eran tantos a diario que no alcanzaban a registrar a todos.

En Auschwitz nos llevaron a una cámara de gas (las duchas), y efectivamente parecían duchas. Nunca te ibas a imaginar que era la muerte. Los nazis utilizaban el gas “Ciclón B”. Era un gas en forma de piedra dura, que en contacto con el aire se disuelve y causa una muerte lenta y agónica de unos 20 minutos. Lanzaban las piedras por el techo por los ductos de ventilación e ingresaban a las duchas. Cuando pasaban unos 30 min. Abrían las puertas y ventanas para ventilar el lugar y luego sacar los cuerpos para cortarles el pelo, y revisar si tenían algún diente o muela de oro para extraer… y quién sabe si algo más. En las habitaciones contiguas estaba el crematorio, así que los llevaban de inmediato a la incineración. Las cenizas también se usaban: en invierno para eliminar y aplanar la nieve, y en el resto del año para abonar la tierra.

Luego, nos llevaron a Birkenau, el campo que está al lado de Auschwitz donde están las conocidas barracas donde dormían los prisioneros. Todo con alambradas, las mismas de las películas. Aquí si que fue impactante estar… cuando bajé del bus y ví la estación de tren donde llegaban los judíos… ufs!!.

En cada llegada de tren, hacían 3 filas: la primera de hombres (los fuertes que podían trabajar), la segunda de mujeres (que podían trabajar) y la tercera de ancianos con niños, los que iban directamente a la cámara de gas. Por lo que nos contaban, el criterio dependía de lo que los mismos soldados del momento decidían, por lo que muchos que sí podían trabajar, eran enviados a morir de inmediato.

El guía nos hizo estar en el andén de llegada, para luego comenzar a caminar por el “camino de la muerte”, directo a la cámara de gas. Todo ese viaje miré al suelo y pensaba en cuántos abuelos, padres de familia, hijos, nietos, pasaron por ahí con cierta paz, pensando en que sería bañados para luego reunirse nuevamente con sus familias. Así es como se les engañaba, es por eso no había caos ni mayores inconvenientes en este procedimiento. Todo macabramente pensado por los insensibles y malévolos nazis.

Eran unos 300 metros de distancia entre que se bajaban del tren hasta las duchas… 300 metros de último aliento. Luego, 20 minutos de agonía extrema y muerte. Finalmente, incineración y cenizas a los campos de Birkenau. Fin de ese ser humano. Sin tumba… sin destino final.
En Birkenau lo único destruido fueron las cámaras de gas y los crematorios, ya que los nazis querían destrozar todo antes de ser descubiertos, pero sólo alcanzaron a destruir estos dos lugares, todo lo demás quedó intacto, con los prisioneros dentro sin saber qué sucedió.

Visitamos una barraca donde dormían: impresionante! Todo de madera, con ventilaciones por doquier, frío, húmedo… con nieve… sólo en tablas de madera dormían. Eran una triple litera donde en cada una podían dormir 8 prisioneros (aunque en realidad sólo entraban 4!!), sin colchón, sin mantas, sin nada!, sólo con su “pijama a rayas”.

Las paredes rayadas con nombres, escritos de todo tipo y en varios idiomas, e incluso dibujos de niños… niños que eran prisioneros en el campo de Birkenau.

También conocimos los baños. Eran igual de las barracas, largas de madera con una madera larga y muchos hoyos en él, obviamente eran baños comunitarios, muy muy insalubres, donde tenían tiempos, turnos y minutos para cada grupo, entre gritos y presiones. Los nazis no se acercaban ahí ya que no querían pegarse enfermedades, así que los prisioneros estaban más libres para enviarse mensajes entre ellos o entre campos o saber si algún familiar está vivo aún. Los lavamanos estaban en otra barraca contigua a los baños, que obviamente nunca tuvieron agua. Muchos utilizaban su propia orina para lavarse o el agua que les daban para beber. Irónicamente, en los lavamanos que eran de metal, tenían junto a cada llave un diseño de conchita como para poner un supuesto jabón.
Antes de irme, me paré en el campo de Birkenau y miré a mi alrededor… es imposible sentirse un prisionero… imposible pensar en estar con un pijama a rayas, que puedo morir en cualquier momento, que tengo hambre constantemente, que estoy en los huesos, que no tengo fuerzas, que estoy sola, que no sé si mi familia está viva o muerta, que tengo sed… es imposible saber efectivamente cómo se sintieron, pero sin duda debe haber sido inmensamente terrible y espero que ni yo ni nadie lo sienta jamás nunca.

Ver las cercas (en esa época electrificadas) por todos lados, las torres de vigilancia en cada esquina y cada 100 mts. aprox., mirar hacia las chimeneas de los crematorios… ufs!!... muy muy difícil aguantar las lágrimas… muy difícil, pero también agradecida por haber estado ahí, haber conocido esos lugares históricos, terribles muy terribles, pero históricos también como profe de historia que soy. Polonia no quiso eliminar ningún vestigio del Campo Auschwitz-Birkenau, para que la humanidad no olvide algo tan siniestro como fue, para que así nunca más se repita. Tal como ocurre con el Muro de Berlín (que también visitamos el 2010), por eso la ciudad alemana decidió dejar vestigios del muro por toda la ciudad... y donde no lo hay, se puso una línea de adoquines en el piso de recuerdo. 

Sin duda, no es apto para todos la visita a Auschwitz-Birkenau, pero si puede y lo quiere, vaya.